Escuchaba a Enrique Ganem hacer una referencia a "2001: Una Odisea Espacial" de Stanley Kubrick como su película favorita.
Aquí tenemos una simetría interesante porque mi novela favorita es justamente "2001: Una Odisea Espacial" de Arthur C. Clarke.
2001 la novela no comparte con otras obras la relación usual con su película. Fue escrita a partir del guión original solicitado por Kubrick ( que fué el evento origen del proyecto ) pero, según explica el propio Clarke en sus notas de apertura a 2010 ( la continuación ), a veces modificada por secuencias ya rodadas de la propia película. De forma que película y novela se retroalimentan en forma cruzada. Una forma estimulante pero cara de hacer una novela, dice Clarke.
Hay otra simetría: la película es todo lo gráfica que la novela es profunda. Esta afirmación pretende ser más que una perogrullada: la película muestra cómo serían las escenas pero prácticamente no las explica o da profundidad alguna. Su belleza estriba estrictamente en la materialización de escenas soñadas, mundos imaginados hechos visibles. Al contrario de los analfabetas funcionales de Hollywood, que inventan haces de luz que chocan y hasta hacen ruiditos, y naves con alas para un entorno donde las alas son un estorbo inútil, Kubrick se asesoró de las mejores fuentes: el propio Clarke y casi cuarenta instituciones científicas y de alta tecnología ( NASA, IBM, General Electric, Pan-Am ). Eso hace que la película sea visualmente rigurosa en las secciones de la obra tecnológicamente explícitas y la califica como versión grafica de las secciones correspondientes. En una cultura donde las producciones gringas se dedican a deseducar y desculturalizar, esto podría ser subestimado, pero es su mayor valor.
En contraste, la novela presenta esa prosa de una poesía sobria por la que Clarke es notable: no sólo describe las escenas sino que da un contexto imposible de sobreentender o apreciar en la película, y construye la verdadera fundamentación para el esquema total con una gran belleza y profundidad.
El final es lo que acaba de separar a las obras para siempre: mientras el de la película es un viaje regular de LSD, la novela explica una concepción cosmogónica del universo que encierra la verdadera magnificencia de la obra. El capítulo 37, Experimento, es una de las descripciones más bellas y hasta melancólicas de toda la Ciencia-Ficción. Básicamente, describe esa concepción cosmogónica, explicando la verdadera naturaleza del enviado, ese monolito solitario y para los humanos misterioso, que junto con sus gemelos, ha quedado para terminar el trabajo que sus constructores iniciaron tanto tiempo ha. Y cuando finalmente llega la hora, tras millones de años, está listo y recuerda perfectamente su cometido.
Tuve la fortuna de leer 2001 a los 12 años. Y de no ver la película hasta 10 años después. Eso fue suerte porque me permitió nutrirme de los conceptos de la novela sin la deformación ( aunque sí la expectativa de conocerla ) que Kubrick introduce en su obra, ya que sus ansias o tendencias místicas hicieron que se perdiera en la película la condicion explícita de todo el verdadero fondo de la obra, empezando por el viaje final de Bowman. Segun Kubrick, una serie de imagenes sicodélicas sustituyen las descripciones de cómo Bowman cae en el sistema de transporte hiperespacial, que le muestra una cantidad de maravillas, recuento de la historia de sus constructores, hasta que finalmente lo deposita en un ambiente tranquilo donde puede descansar y luego será transformado.
Me tardé 20 años en entender el mérito de la película, tal como explico más arriba: como la posibilidad gráfica de lo imaginado y nada más. De esa manera, la película es un añadido a la cosmogonía explicada en la novela, algo lateral para disfrutar pero que no es ni puede ser la parte central de la experiencia que es ese universo de Clarke. Y aunque haya sido de Kubrick la idea de originar ese compendio de ideas y retazos del escritor, poco más puede hacer en una concepción intelectual tan magnífica como la que describe la novela.
Aquí un fragmento ( capítulo 37 ), donde se explica porqué la raza constructora del monolito intervino en favor de ese grupo de antropopitecos:
"Y debido a que en toda la Galaxia no habían encontrado nada más precioso que la Mente, alentaron por doquiera su Amanecer. Se convirtieron en granjeros de los campos de las estrellas; sembraron, y a veces cosecharon.
Y a veces, desapasionadamente tenían que escardar."
Continuación: Huevo de Dragón
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