En la presente entrega, examinaré algunos indicios adicionales de la doctrina difundida por Frías para mostrar un panorama más completo.
I - Historia escépticamente mejorada
Dice Fernando Frías:
"Y, a continuación, de esta única experiencia, no sólo deducen que la
culpa fue del té y de ninguna otra cosa, sino que con esa base tan
endeble montan todo un sistema terapéutico capaz de curar todos los
males reales (y algunos imaginarios).
………… Absurdo, ¿verdad? Pues por increíble que parezca, la pseudoterapia más de moda en nuestros días nació más o menos así. Su inventor, Samuel Hahnemann, tomó un buen día una infusión de corteza de cinchona y empezó a experimentar esos mismos síntomas: fiebre, mareos, náuseas… que probablemente se debieran alguna enfermedad que venía incubando y que eligió ese momento para hacerse notar."
………… Absurdo, ¿verdad? Pues por increíble que parezca, la pseudoterapia más de moda en nuestros días nació más o menos así. Su inventor, Samuel Hahnemann, tomó un buen día una infusión de corteza de cinchona y empezó a experimentar esos mismos síntomas: fiebre, mareos, náuseas… que probablemente se debieran alguna enfermedad que venía incubando y que eligió ese momento para hacerse notar."
Frías presenta la invención de la homeopatía en la versión seudo-escéptica típica: la chifladura momentánea de un tonto, que por alguna razón no explicada se perpetuó por más de 200 años, al contrario de lo que se podría esperar de algo que se supone no tiene ninguna base o mérito.
Esta presentación de la homeopatía no es nada excepcional. Se ve continuamente en las alocuciones seudo-escépticas, cuyos adherentes creen que difundir ciencia es inventar narraciones a modo para no tener que molestarse en investigar o fundamentar.
Recordemos la narración de un artículo del Círculo Escéptico, citada de en este artículo, punto Ic:
"En sus primeros años
de ejercicio se dedicó según parece más que nada a la traducción de
obras científicas (y muchas otras que no lo eran tanto), pues era “profundo
conocedor de idiomas: francés, inglés, español, sirio, latín, griego,
hebreo, árabe y hasta caldeo” (Barros–St. Pasteur, página 21). Entre estas encontramos: el “Arte del destilador licorista”, de Demachy y Dubuisson, el “Arte del vinagrero” de Demachy, la “Historia de Abelardo y Eloisa” de Barington, los “Anales de Agricultura” de Young, el “Arte de hacer el vino según los principios racionales” de Fabronni, el “Manual para las madres sobre la educación de los hijos” de Rousseau, el “Aviso a las mujeres”
de Grigg. Si se hubiera mantenido en la línea editorial sin duda hoy
en día sabríamos poco o nada de él, pero en cierta oportunidad,
mientras traducía el Tratado de Materia Médica de Willian
Cullen, se interesó en los efectos de la quina y decidió comprobarlos
por si mismo. Y aquí su vida da un vuelco total, pasando de modesto
traductor a destajo de las obras de Demachy y Dubuisson a profeta
iluminado de una nueva medicina."
o la espontánea reducción al absurdo de Javier Garduño, el autor de la traducción del documento NCAHF:
"Me he puesto a pensar cuál era la psicología de Hahnemann al momento de
inventar la homeopatía. Quizá se dijo algo como lo siguiente: Si
tomo veneno de víbora me sentiré mal, pero si disminuyo la cantidad, me
sentiré “menos mal”. Y mientras menos tome “menos mal” me sentiré.
Quizá él transformó el “menos mal” por “me sentiré mejor”. Y llegó a la
extraña y paradójica conclusión de que tomando una cantidad
infinitésima del ingrediente uno podría “mejorar”. Haciendo caso omiso
de la verdadera causa de la enfermedad, tan solo observando los
síntomas. Claro que esto es una ridiculez."
Dependiendo del nivel del seudo-escéptico responsable, la caricaturización puede ser un libelo de altura, como el caso del texto del Círculo Escéptico, o la ocurrencia rayana en la demencia de Garduño que, o no sabe que esos aspectos se pueden investigar en documentos históricos serios, o cree que nadie se va a dar cuenta de que sólo inventa disparates a modo.
Lo "curioso" es que ya sea dando la imagen de fundamentación historica o pretendiendo ser tan estúpido como para simplemente inventar, ambos ejemplos citados llegan al mismo exacto modelo: toda la homeopatía descansa en ocurrencias e inventos sin ninguna base.
II - La aburrida y magufa realidad
Como se explica en el artículo sobre el documento NCAHF, la verdad histórica verificable en libros serios es bastante diferente:
"En el año 1789 él investiga en el Instructions for Surgeons on
Venereal Diseases el efecto del mercurio y mantiene la opinión,
contraria a la suposición de la época, que el efecto del mercurio en el
tratamiento de la sífilis consiste no en salivación, transpiración,
diarrea o micción incrementada, sino en una peculiar "contra-irritación"
del cuerpo, que él llama "fiebre mercurial" y que describe
cuidadosamente en su condición más marcada. Esta "fiebre mercurial"...él
opina es la antecesora de la cura de la sífilis - aquí, entonces, la
primera sugerencia de desplazar un padecimiento por otro.
...
En 1790, él traduce el Materia Médica de Cullen...
...
En el siguiente año, 1791, aparece la traducción del Materia Médica
de Monro. Aquí tambíen sus observaciones giran en la misma dirección,
particularmente en el caso de la quina:
'Todas las sustancias que estimulan una contra-irritación y fiebre
artificial, si son administradas inmediatamente antes del ataque, son
tan específicamente disuasoras de la fiebre intermitente, sólo que por
otra parte no son en todo caso tan seguras de usar'
Es claro que Hahnemann no ha encontrado todavía por completo un nuevo
sistema de terapia en la forma de una Ley de Similares, aunque la
dirección del camino está ya claramente vislumbrada."
Entonces, la realidad es que le tomó varios años de observación y experimentación a un sujeto que tenía una capacidad investigativa al nivel de lo mejor de la Academia Francesa, para crear, desarrollar y proponer su tesis sobre la forma de emplear medicamentos.
Y la caricatura que hacen Frías y coleguitas no es sólo falsa sino evidentemente dolosa y contraria a cualquier noción de ciencia, por básica que esta sea.
III - La coherencia de la mentira
Es bastante claro que Frías no miente sobre el origen de la homeopatía por ignorancia o por que no sepa de lo que habla. Leyendo sus publicaciones se puede advertir esto fácilmente.
Por ejemplo, en este artículo dice:
"Afortunadamente ni el agua tiene memoria ni, en muchos casos, los productos homeopáticos contienen ni una gota, así que lo del cartel es un chiste. ¿Verdad?"
Aunque la redacción es confusa y pareciera decir que los productos homepáticos no tienen ni una gota de agua, si se sigue la lógica de la tira gráfica apuntada, se entiende que Frías está apoyando la idea de que la homeopatía no contiene elemento activo. Idea que se ve repetida en prácticamente cada alocución suya al respecto. Por ejemplo esta entrada:
"Pero también hay homeópatas que nos distinguen la otra parte del lema, el "ni nada". Bien sea porque dicen que eso del número de Avogadro es una opinión discutible,..."
o esta:
"A pesar de que suministrar pastillas de azúcar pueda parecer inocuo, en
realidad el apoyo a pociones homeopáticas por parte de los servicios y
profesionales sanitarios puede acarrear gravísimas consecuencias."
o en el texto que da la cita inicial de este artículo, llamado nada menos que "Agua Homeopática", donde dice:
"Hahnemann fijó, a ojo, esa desaparición en la dilución número treinta ... aunque hoy sabemos que basta con repetir el
proceso una docena de veces para asegurarse de que no quede ni una sola
molécula de la sustancia original. Pero, por esas cosas de la tradición,
el grado de dilución más empleado en homeopatía sigue siendo ese, 30 CH
(centesimales hahnemannianos). Grado en el cual, por supuesto, los
productos homeopáticos contienen única y exclusivamente excipientes,
pero ni rastro de principio activo."
Pero el detalle importante está en la salvedad resaltada en la primera cita de arriba:
"...ni, en
muchos casos, los productos homeopáticos contienen ni una gota".
O sea y para efectos legales, Frías dice que no todos los medicamentos homeopáticos sobrepasan a Avogadro.
¿Entonces por qué, como se puede ver en las citas ofrecidas, siempre habla de homeopatía por fuera de Avogadro y se burla de que la homeopatía no es ni hace nada?
¿Por qué nunca vemos que Frías discrimine entre la homeopatía que si tiene principio activo y la que no, y explique las características y propiedades de la que si tiene?
IV - Muy ojón para ser palomo
Es demasiado evidente que en la doctrina difundida por Frías hay demasiadas mentiras intencionales y reiteradas para creer que son errores casuales de alguien realmente interesado por la verdad y la ciencia.
Y también es muy claro que Frías es en extremo cuidadoso en su lenguaje, probablemente debido a su profesión de abogado, para meterse en líos afirmando cosas que sean legalmente punibles.
Pero aunque de pronto tenga que contradecirse para protegerse legalmente, la ignorancia y analfabetismo funcional de sus rendidos admiradores y público objetivo crea el entorno adecuado:
"Una vez más, a sus pies, maestro Frías. Cuando uno cree que lo ha
leído todo sobre esta chaladura llegas tú y haces un relato
divertidísimo.
Salud! Voy a tomarme un té en tu honor."
y le permite seguir difundiendo escandalosas falsedades sin mayor problema, confiado en que las hordas de balbucientes seudo-escépticos lo defenderán a capa y espada cuando la censura de la verdad no sea posible.
Conclusión
Al igual que con otros maestros del seudo-escepticismo, la deformación intencional y cuidadosa de la verdad se hace presente como parte fundamental de su doctrina, a despecho de hechos y verdades científicas e históricas muy comprobables.
Referencias
Antecedente: El Arzobispo Cuidadoso
Continuación: Otra Vez La Chifladura De La EPA
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